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En Hooligans empezamos con un pequeño grupo de ultras, los pasos iniciales para aumentar su número son dos. Lo primero conseguir fondos para financiar nuestra campaña y comprar las entradas del partido, para ello no dudaremos a la hora de atracar tiendas o levantar la cartera a los pacíficos ciudadanos. El segundo paso, encontrar una sede social o en otras palabras hacernos con un pub donde emborracharnos y reclutar nuevos fanáticos para nuestra causa.
En cuanto a los personajes existen varios tipos. Los que se dedican a repartir mamporros, otros que se encargan de robar coches o los que manejan armas. El papel más importante recae en el líder que se encargara de dirigir a la tropa y de lanzar cánticos y arengas para subir la moral. Moral que también podemos aumentar a base de alcohol, drogas y sexo.
Nuestro adversarios se dividen en dos grupos. La policía se encargará de restablecer el orden cuando empecemos nuestras particulares batallas campales, pero lo que resulta más molesto es que nos impedirán llegar al estadio. Por otro lado, se encuentra la hinchada rival que tampoco dudará en utilizar la fuerza para hacernos volver a casa con el rabo entre las piernas.
Para sembrar el terror por Europa contamos con la posibilidad de personalizar nuestro grupo de Hooligans al indicar el equipo al que seguimos por todo el viejo continente en más de 10 niveles en solitario o 5 en Red. Aún así, no falta el sentido del humor en un juego que trata una realidad tan violenta, es divertido ver al típico hooligan barrigón deambular borracho y realizando todo tipo de estupideces.
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